domingo, 15 de abril de 2018

Villa Rosa


Abril 2016



No puedo negar que me encanta la playa. Ir allí a evadirme, a descansar, a disfrutar del aroma a arena y mar.

Anteriormente, en este blog, ya se habló de mi casa, “Villa Rosa”, y de que hay algo paranormal en ella.

La última investigación que hicimos tuvo como resultado una psicofonía en la que decía “Os cogeré”.

Nunca había pasado nada malo, pero esa vez había algo raro allí y no lo descubrí hasta que fui con estos amigos allí.

Es el momento de coger una vela y, con el siniestro contoneo de su llama, dejarte guiar por esta historia aterradora.

Decidí pasar tres días con cuatro amigos en mi casa de Lo Pagán. Típica quedada para comer, beber y reír. Para desconectar del bullicio de la ciudad.

  • Antes de nada quería advertiros de algo. [Dije una vez que entraron todos]. Si veis u oís algo raro, no os asustéis.

  • ¿Algo raro?¿A qué te refieres? [Preguntó Rosa riendo].

  • Es verdad, aquí te pasaron cosas raras cuando viniste con Salva. [Dijo Manuel].

  • Si. En realidad vinimos a pasar el fin de semana, pero pasaron cosas raras y al final llegamos a graban una psicofonía algo preocupante [Dije]

  • ¿Y qué salió? [Preguntó Rosa intrigada]

  • Os cogeré.. [Respondí colocando las cosas].

  • Con que tranquilidad lo dices [Dijo Pedro mirando alrededor.

  • Pues si... [Dijo María riendo]. Menos mal que estoy acostumbrada.

Terminamos de colocar lo que habíamos llevado y de adjudicar las camas de cada uno y, tras esto, saqué unas cervezas.

El día transcurrió con total normalidad. Comimos, nos tomamos unas copas y nos relajamos durante la siesta.

Todo iba bien, pero no podía dejar de fijarme en el rostro de Rosa. A veces se quedaba mirando a puntos de la casa, como si viera algo que los demás no y me tenía intrigado.

La conocía de hacía poco, por lo que no sabía si era alguna manía suya o, en realidad, se trataba de algo más.

  • ¿Estás bien, Rosa? [Pregunté].

  • Sí, claro, estupendamente [Respondió]. ¿Por qué?

  • Porque estás con la mirada perdida en aquella zona, como si vieras algo [Dijo María riendo].

  • Ah, no, no es nada [Respondió]. Me ha dado algo de sueño, solo eso. Voy a descansar un poco.

Me alegraba ver que no ocurría nada. Todo estaba bien. Rosa y Pedro dormían y Manuel, María y yo veíamos una película en la tele.

En ese momento comencé a escuchar hablar a Rosa de fondo, pero no llegaba a entender nada de lo que decía.

Entré en la habitación y la vi tumbada en la cama.

  • He hablado ¿Verdad? [Dijo abriendo los ojos y mirándome]. A veces me pasa. Me arranco a hablar en sueños y no paro.

  • No te preocupes, Rosa. [Dije]. Solo es que te había oído y no sabía si necesitabas algo o si pasaba algo.

Tras aquello no volvió a ocurrir nada significativo.

El problema vino por la tarde. Cuando ya habíamos terminado de comer, decidimos tomar unas copas.

Las primeras fueron en el patio, pero después decidimos seguir dentro mientras veíamos la televisión.

Una vez dentro, me percaté de que algo no andaba bien. Mis llaves no estaban en plato donde las ponía. Mi cartera y mis gafas no estaban en la estantería de encima de la televisión.

Las cortinas las habían dejado corridas y estaba todo abierto. Las camas se encontraban desechas cuando sabía que las habíamos hecho.

Rosa se encontraba otra vez con la mirada perdida, como si estuviera viendo a alguien más que los demás no.

  • ¿Qué ocurre, Rosa? [Pregunté]. Hay algo que no me has contado.

La cara de Rosa tenía un gesto de sorpresa y miedo. Parecía estar aterrada ante lo que estaba viendo.

  • Nada... [Respondió aterrada]. No importa...

  • ¿No teneis la sensación de que nos mira alguien? [Preguntó Manu].

  • Eso parece... [Respondió Rosa].

  • Dejaos de bromas, que yo me asusto enseguida [Dijo Pedro]. Dejad el tema, por favor.

  • Pero lo que hay es bueno ¿No? [Preguntó María cogiéndome la mano].
Una sombra hizo aparición en medio del salón y se quedó un breve momento de tiempo ahí, inmóvil, sin decir nada.

- Por qué no jugamos un poco? [Dijo la sombra mientras se desvanecía de nuevo].

En ese momento la puerta del patio y las de las habitaciones se cerraron violentamente y la temperatura comenzó a bajar.

  • Pues esto no me suena a nada bueno... [Dije mirando alrededor].

  • MANUEL, CUIDADO [Gritó Rosa].

En ese momento Manuel comenzó a levitar y salió lanzado contra el mueble. A su vez la mesa se volcó y los objetos salieron disparados.

El descontrol comenzó a reinar en la casa.

Los objetos volaban impactando contra nosotros con violencia y sin ningún tipo de control.

Intentábamos abrir las puertas, pero no había manera alguna. Estaban completamente atascadas, como si empujaran desde atrás.

Podíamos apreciar que la sombra corría a nuestro alrededor, pero aparecía y desaparecía en décimas, de segundo.

De repente comenzó a faltarme el aire. Sentía como si me estuvieran estrangulando fuertemente con las dos manos. Era tal la sensación que me caí al suelo sin poder moverme.

El último recuerdo que tengo es ver a María intentando ayudarme, pero era completamente inútil. No se puede parar a algo que no se ve.

Fue entonces cuando ella comenzó a levitar con los ojos en blanco y se quedó pegada al techo, frente a mi.

  • Os dije que os cogería. [Dijo riendo de manera despiadada].

También recuerdo la voz de Rosa. Gritaba algo pero no la entendía.

Tras esto, perdí el conocimiento.

Cuando lo recobré me vi tumbado en el suelo mientras María me reanimaba entre lagrimas y el resto estaba expectante a ver si despertaba.

  • Menos mal... [Dijo María levantándome]. Estas bien

  • Creía que te habíamos perdido [Dijo Manuel poniendo su mano en mi hombro].

  • ¿Qué ha ocurrido? [Pregunté aún algo aturdido].

  • No recordamos nada ninguno, pero sea lo que se ha acabado. [Dijo Pedro].

La calma reinaba en mi casa, pero también lo hacía el desorden, por lo que tuvimos que pasar el resto del día limpiando y arreglando mientras que le dábamos vueltas a qué íbamos a contar si nos preguntaba alguien de la familia sobre lo que había pasado

Al día siguiente y con todo en medio condiciones, mientras lo preparábamos todo para comer, Rosa me pidió que la acompañara.

  • Pedro, tengo que contarte algo… [Dijo sentándose]. Me viste con la mirada perdida y me escuchaste hablar. Todos os desmallasteis con lo que pasó menos yo... Tengo la habilidad de comunicarme con espíritus.

  • ¿Y por qué no me lo habías dicho? [Pregunté] Sabía que me escondías algo algo. Y… ¿Qué has visto? ¿Qué pasó? cuéntame.

  • Era un ente malvado. No se su nombre, ni su aspecto. Era una figura completamente negra y sin una pizca de bondad. [Dijo]. Soy bruja y se lo que hay que hacer para eliminar a dichos entes, por lo que realicé uno de mis rezos y con ayuda de otro espíritu pude echarlo.

  • Bruja... Alucinante [Dije sin dar crédito]. ¿Quién era el otro fantasma que te ayudó?

  • Es un chico, de tu edad. [Respondió]. Dice que se llama Julio.

En ese momento me quedé petrificado. Mi amigo Julio, aquel que intenté ayudar y no pude… A día de hoy me sigo sintiendo mal. Siempre he pensado que podía haber evitado su suicidio.

Si el que está leyendo esto no lo recuerda. MI amigo Julio fue mencionado anteriormente en la historia que titulé “La otra realidad”

  • Dice que estés tranquilo y que no te culpes. Que tú no eres responsable de lo ocurrido. Te da las gracias por demostrarle tu amistad.

No pude evitar llorar en aquel momento. Era una mezcla entre alegría y tristeza.

Una cosa estaba clara. Pese a lo que me dijo y a saber que no me culpaba de nada, mi sensación de haberle fallado nunca desapareció.

  • Dice que está bien. [Continuó]. Está tranquilo, ya nada le hace daño. Ha vuelto a ver a sus padres y es feliz, pero necesitaba volver para decirte eso. Necesitaba decirte que no tienes la culpa y que no podías hacer nada. Todo estaba decidido.

En ese momento comencé a sentir un frío enorme alrededor de los hombros y por la espalda. Raro a juzgar por la temperatura que hacía.

  • Te está abrazando. [Dijo sonriendo con lágrimas en los ojos]. Te dice adiós.

  • Hasta siempre, querido amigo [Dije con una lagrima recorriendo mi rostro]. Algún día nos volveremos a encontrar.

Fue uno de los momentos más emotivos de toda mi vida en ese aspecto, aunque después tuve uno parecido con otra amiga.

Volví a la mesa secándome las lagrimas. Evité cualquier pregunta y me puse a comer con mis amigos. 

Con forme terminamos, recogimos las cosas aún con miedo a que pasara algo. Arrancamos el coche y fuimos dejando mi casa atrás.

Gracias a que ese día llevé a Rosa a mi casa, eliminé a ese ente y evité que alguno muriera allí. Cada vez tengo más claro que el destino te pone a la gente en tu camino por algo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario