Septiembre 2023
Es el momento de coger una vela y con el siniestro contoneo de su llama, dejarte guiar por este relato de terror.
Ese sudor frío, ese miedo que te paraliza hasta el punto de no poder ni hablar. Esa sensación de que algo malo va a ocurrir.
Sabía perfectamente que había alguien detrás de mí. Alguien que me miraba fijamente y bastante cerca, ya que podía notar su aliento…
Miré mi mano, apreté el puño y, tras pensármelo unos segundos que parecieron ser horas, me giré lanzando un puñetazo con todas mis fuerzas.
Mi puño quedó clavado en una densa bruma negra con forma humanoide.
De pronto, el humo que desprendía comenzó a ascender lentamente por mi brazo, el cual se encontraba atrapado.
Notaba su lento y helado avance mientras luchaba por poder separarme sin ningún resultado.
Intenté golpearlo con el brazo izquierdo, pero solo conseguí que se hundiera en él, como el otro.
Ahora ese humo frío y denso ascendía por mis brazos, mis hombros y comenzaba a rodear mi cuello.
- Otra vez no… [Dije al notar que comenzaba a faltarme el aire].
Me retorcí desesperadamente por liberarme de lo que fuera, pero sin resultado alguno. No podía escapar.
De pronto, y para mi sorpresa, todo se sumió en una profunda oscuridad y esta se fue disipando como si nada.
Dios, Pedro. [Dijo Manu desde la puerta]. Que imagen más decadente.
Me ví entonces retorcido entre las sábanas, completamente desnudo y desorientado. En las mesillas había varias latas de cerveza vacías.
Joder, menos mal. [Dije aliviado]. Solo ha sido una pesadilla.
Si es que ayer, entre lo que nos pasó y todo lo que bebimos… Es normal que hayas pasado una mala noche.
¿Qué pijo hacéis aquí? [Dijo José acercándose también a la habitación]. Madre mía, qué cuadro. Mejor os espero fuera para desayunar.
Ahí estábamos los tres, con cara de cansancio y resaca.
Comenzamos a desayunar y a hablar de varios temas, hasta que la conversación se vio interrumpida por una llamada de teléfono.
Hola Chema. [Dijo Manu tras descolgar]. Perfecto, aquí te esperamos, donde te comenté. Te mando un abrazo. Nos vemos ahora.
No sabía que venía Chema, que sorpresa. [Dije]. Por fin vamos a hacer una fiesta juntos.
Pues sí, la verdad. [Dijo José]. Es difícil que coincidamos todos, pero hoy se van a alinear los astros.
Decidimos entonces ducharnos, arreglarnos y adecentar todo un poco, ya que habíamos dejado el apartamento hecho un desastre tras la fiesta anterior.
Eran las doce y media, aproximadamente, cuando se escuchó que llamaban a la puerta.
Hombre, chema ¡Que alegría verte!. [Dije dándole un abrazo tras abrir].
Por fin nos vemos todos. [Dijo Chema entrando]. Ha costado, la verdad.
Por eso hay que celebrarlo. [Dijo José echando cervezas para todos].
Dimos comienzo a una fiesta que se alargó durante casi todo el día. Cerveza, música y, por supuesto, baños termales.
Ahí estábamos los cuatro, a remojo, con la nevera cargada de cervezas.
Llevaba mucho sin verte, Pedro. [Dijo Chema tras dar un trago de cerveza].
Lo sé Chema… [Respondí mientras recordaba pequeños momentos de aquellos años]. Desde lo de María estuve algo perdido…
Lo siento, Pedro. [Dijo Chema posando su mano en mi hombro]. No quiero remover todo aquello.
Vengan, chicos, nada de penurias. [Dijo José levantando el vaso de cerveza]. Vamos a brindar y a pasarlo bien.
Efectivamente. [Apostilló Manu]. Hemos venido a disfrutar y a hablar de cosas alegres. Bueno y también de misterio.
Es verdad, como por ejemplo, de esa tal Silvia, pájaro. [Dijo José entre risas]. ¿Algo que contar?
Cierto, cierto.[Dijo Manu]. ¿Esa chica y tú…?
No, chicos, no es lo que creéis, de verdad. [Respondí]. Es una muy buena amiga a la que quiero mucho, pero no, siento desilusionaros. No hay nada.
Y decías que era bruja ¿No? [Preguntó Manu].
Si, por supuesto. Hace cosas que os sorprenderían, de verdad. [Respondí]. La he visto aparecer y desaparecer de lugares, realizar rituales, presentir cosas, protegernos de entidades e incluso… Esto sonará raro, pero me demostró la existencia de mundos paralelos.
Se hizo el silencio en el lugar. Aún recuerdo sus caras de sorpresa.
¿Mundos paralelos? [Atinó a preguntar Manu].
Pero… Explícate. [Dijo José]. ¿Los has visto, te lo ha contado…?
Pues lo cierto es que estuve en uno de ellos… [Respondí dándole un trago a la cerveza]. Vereis, os explico. Los universos paralelos son infinitos y los vamos creando a través de nuestras acciones. Cada vez que realizamos una acción, un universo nuevos se crea. Nosotros hemos decidido venir los cuatro aquí, pero habrá varios universos en los que no vinimos ninguno. o solo vino uno o vinieron dos. a la hora de venir vinimos en el coche de José. Ahí se crearon varios universos. Viniendo en mi coche, o en el de Manu. Así sucesivamente.
Pero entonces hay universos iguales. [Dijo Chema]. No cambia demasiado el vehículo o la cantidad de gente.
Efectivamente. [Dije]. Pero ahora piensa. Si no hubieras venido ¿Qué hubieras hecho? ¿Dónde hubieras ido? ¿Con quién te hubieras encontrado? ¿Y si el hecho de venir te salva de un accidente?
Todos se quedaron pensativos.
Pues me has dejado sin palabras, Pedro. [Dijo Manu]. No tenía ni idea de eso.
Oye. [Dijo José]. ¿Qué fue lo que viste?
Pues la verdad que es una locura. [Respondí]. Formábamos parte de algo llamado “Proyecto horizonte oculto”. Era una auténtica locura. Estábamos metidos en una tema muy turbio con alienígenas, fantasmas, un demonio. Era todo muy raro, pero no pude enterarme de más, ya que me pidió no interferir.
En ese momento volvió a hacerse el silencio mientras me miraban con los ojos como platos.
Lo sé. [Continué]. Suena a locura, pero me conocéis y sabéis que jamás os mentiría.
Y te creemos. [Dijo Manu]. Pero no deja de ser una locura.
Lo entiendo. [Respondí]. Cuando lo digo en voz alta me doy cuenta de lo loco que suena todo, pero bueno, en el mundillo del misterio no hay nada normal ¿No?
En eso tienes razón. [Respondió José].
Hablando de locuras y misterio. [Dijo Chema]. Esta noche hacemos una investigación ¿No? Nos han invitado a un sitio muy interesante no muy lejos de aquí. Es un grupo de investigación de la zona. Se conocen todo por aquí y está esperando a que les digamos algo.
Verás, chema, Anoche tuvimos una experiencia horrible y decidimos no hacer más investigaciones. [Respondí].
¿Tan grave fue? [Preguntó Chema con los ojos como platos].
No te haces una idea. [dijo Manu]. De hecho, estamos vivos de gracias a la amiga de Pedro.
No me habíais contado nada. [Dijo Chema mirándonos preocupado].
Lo sé. [Respondió Manu]. No queríamos preocuparte.
Bueno, “Zagales”, no descartemos nada aún. [Dijo José]. No tiene por qué ser igual que la ultima vez
Manu y yo nos miramos por un instante.
Si hay algo que habíamos adquirido tras tantos años de amistad era esa extraña conexión mental que hacía que no nos hiciera falta decir nada para entendernos.
En nuestras mentes la conversación fue algo así:
Este ha perdido la cabeza ¿Verdad?
Totalmente. No aprende. Un día hará que nos maten.
Yo no lo veo, tengo un mal presentimiento.
Ya somos dos…
En ese momento nos interrumpió José.
¿Qué es lo que pensáis tanto los dos? [Preguntó José].
Pues que estamos pensando que es una locura después de lo que nos pasó ayer. [Respondí].
Pienso lo mismo que él, “Kiko”. [Dijo Manu. Es una locura. Casi morimos.
Lo sé, pero el problema lo teníamos en el cerro. [Dijo José intentando convencernos]. Si nos vamos a otro lado, no debería pasar nada. Encima no estamos solos, contaríamos con un equipo de expertos.
De nuevo miré a Manu.
¿Crees que podría tener razón?
Puede ser. Más lejos, más gente… pero aún así…
Seríamos bastantes, podrían…
¿PONEIS PARAR DE HACER ESO? [Preguntó José a gritos]. Me poneis de los nervios.
En ese momento nos dio un ataque de risa que no pudimos detener.
Bueno, chicos, si vamos a hacerlo es mejor que descansemos. [Dijo Chema]. Han sido demasiadas cervezas
Eso es verdad. [Dije mirando todas las latas alrededor]. Pero bueno, hay tiempo. Para las once podríamos picar algo y preparar las cosas.
Desfilamos entonces todos escaleras arriba desde el baño termal hasta nuestras habitaciones.
Justo cuando iba a salir de los baños volví a tener esa extraña sensación de ser observado como la otra vez.
Movido por un extraño presentimiento, cogí una grabadora y la puse dentro de los baños, apagando la luz y cerrando la puerta tras de mí.
Recuerdo que caí rendido en la cama y me dormí al instante.
Comencé a soñar un montón de cosas sin sentido, pero cada vez era todo más espeluznante.
Me encontraba en la cama, tumbado boca arriba. Veía perfectamente toda la habitación.
Me percaté de que, en la famosa silla que estaba en la esquina del cuarto, había una mujer sentada que lloraba mirando a mi lado.
Escuché entonces, entre los llantos, un extraño crujido continuo y unos pequeños golpecitos.
Me percaté de que venían del armario, por lo que decidí levantarme y abrirlo para mirar.
Dentro encontré a un hombre de mediana edad. Llevaba una túnica negra y unos extraños símbolos pintados por el cuerpo.
Se había ahorcado y su cuerpo se tambaleaba lentamente.
Todo se volvió negro, era como si me hubiera despertado, pero no podía abrir los ojos.
Empecé a escuchar a mi alrededor unos extraños cánticos que, aún cuando los recuerdo, me ponen los pelos de punta.
Al principio eran lejanos, pero, poco a poco, se intensificaban, como si se acercaran a donde estaba.
Comencé a escucharlos alrededor hasta que pude reaccionar despertando y dando un salto de la cama.
Otra vez soñando cosas raras ¿Verdad? [Preguntó Manu].
Si, otra vez… [Respondí frotándome los ojos]. Cada vez que me acuesto sueño algo raro.
¿Prefieres que nos quedemos aquí, Pedro? [Preguntó Manu preocupado]. Sabes que no hay problema.
No, tranquilo. [Respondí levantándome]. Será algo simple. Además es mejor que no dejemos a estos solos.
Salimos entonces al comedor, picamos algo mientras charlábamos un poco y seguidamente cogimos todos los aparatos necesarios para emprender nuestra marcha.
Ahí estábamos los cuatro, rumbo a la estación de tren abandonada. Recorríamos aquella oscura carretera que se extendía ante nosotros.
Llegamos al lugar y allí nos esperaba el equipo de investigación con el que había quedado Chema.
Buenas noches, chicos. [Dijo Chema saludando al grupo].
Tras esto nos presentó a todos.
El grupo estaba formado por tres chicos y dos chicas.
David, que parecía el típico líder al que los otros seguían. Alto, fuerte, deportista. Cabello castaño de media melena.
Luis. Era el cerebro. Muy delgado, alto, con gafas. Pelo corto, castaño. Tenía un conocimiento increíble sobre los aparatos.
Carlos. De complexión gruesa, bajito. Pelo corto, negro y de punta. Era un fanático del misterio y de las conspiraciones.
Laura. Era la sensitiva del grupo. Nos contaron que había llegado a comunicarse con alguna entidad. Alta, delgada, de pelo largo rojizo.
Sara. Bajita, pelo castaño y corto. Era la más lanzada del grupo. Los conoció por un foro de misterio y comenzó a hacer investigaciones con ellos. Según me contaron, era la única capaz de quedarse sola en los sitios para intentar contactar con entidades.
Lo cierto es que cuando los veía me venían a la mente los típicos protagonistas de películas o videojuegos de terror.
La verdad es que daba gusto verlos trabajar.
En un abrir y cerrar de ojos se organizaron y colocaron todos los aparatos de manera estratégica.
Cámaras con visión nocturna, sensores de movimiento, linternas con luz ultravioleta. Iban sorprendentemente preparados.
David llevaba un detector EMF y lo seguía Sara con un detector de temperatura. Su despliegue y organización eran increíbles.
La verdad es que, al ver a toda esta gente aquí, tan preparada, me siento más tranquilo. [Me dijo Manu mientras los miraba].
Pues sí, es cierto. [Respondí mientras los miraba también]. Creo que nuestro mayor error fue investigar solos y tan poco preparados.
Vosotros ya habíais venido antes ¿No? [Nos preguntó David mientras seguía mirando el detector].
Efectivamente. [Respondió Chema]. Hemos hecho dos investigaciones aquí y en ambas hemos tenido experiencias extrañas. Sobre todo con la spirit box.
¿Qué es lo que ocurrió? [Preguntó de nuevo].
Nos salieron varias voces. [Contestó José]. La primera fue al final de las vías, en el puente. Preguntamos el nombre de la mujer que se suicidó allí y en varias ocasiones nos dijo “Carmen”. Más tarde, cuando volvimos aquí e hicimos la última ronda, nos habló otra voz que interactuaba con nosotros.
¿Tenía respuestas lógicas? [Preguntó intrigado dejando de lado el detector]. ¿Contestaba a lo que decíais?
Efectivamente. [Respondió Chema]. Nos preguntó si nos íbamos, nos decía que nos acompañaba e incluso se despidió cuando estábamos en el coche.
Aún recuerdo la cara que se le quedó a David cuando le contamos aquello.
¡CHICOS, TENEMOS ALGO! [Gritó Luis]. ¡VENID!
Cortamos la conversación y fuimos a ver de qué se trataba.
Este se encontraba sentado observando mientras que observaba el portátil sin despegar la vista.
Mirad aquí. [Dijo señalando la pantalla].
Nos reunimos los ocho, expectantes, pendientes de cualquier detalle.
Habían colocado varias cámaras por el lugar y Luis estaba monitorizándolas. Entre todas, había ampliado la pantalla de una en la que se podían apreciar orbes.
Nunca me había fijado en eso ni le había dado importancia, porque siempre había supuesto que eso no era más que polvo, pero en esta ocasión estaba claro que era algo más.
Entre todas las esferas que seguían la misma dirección de manera pausada, había una que se movía de manera errática y veloz.
Para hacerlo más extraño todavía, cuando pasaba por delante de algún detector de movimiento lo hacía saltar.
Es mi turno. [Dijo Sara avanzando hacia las escaleras]. Voy a ver de qué se trata.
Si que es verdad lo que decían. [Dije viéndola marcharse]. Ni se lo ha pensado.
Al poco la vimos aparecer por las cámaras. Se paseaba tranquilamente con la linterna de un lado al otro de la sala. Se la veía en su salsa.
¿Estáis viendo esto? [Preguntó Luis señalando de nuevo la pantalla].
Joder… hay que avisarla… [Respondió José].
Sara ¿Me recibes? cambio. [Dijo Luis por el Walkie].
Te recibo, Luis. [Respondió al otro lado]. ¿Ocurre algo? Cambio.
A ver, no es por asustarte pero… hay una figura extraña detrás de ti.
Se hizo el silencio mientras mirábamos la pantalla del ordenador expectantes.
¿Dónde está?[Preguntó mirando a todos lados].
¿De verdad no puedes verla?[Pregunté sorprendido]. la tienes justo delante.
Se la veía de un lado a otro buscando con la linterna y con su característica sonrisa de oreja a oreja.
Creo que lo mejor es que vayas con ella, Laura [Dijo David]. Si de verdad hay una entidad ahí tú darás con ella.
Cuenta conmigo. [Dijo Laura avanzando].
La vimos aparecer por la cámara y me percaté de que lo primero que hizo fue mirar fijamente a la figura.
No había duda, ella sí era capaz de ver a la entidad, e incluso parecía que estaba intentando comunicarse.
Vimos que se quedó un rato mirando fijamente a Sara mientras comenzaba a acercarse muy lentamente a ella.
Esta seguía rebuscando sin parar, hasta que se paró en seco.
De pronto, sin previo aviso, se giró y, para sorpresa de todos, se abalanzó sobre Laura con un objeto punzante en la mano clavandoselo a la altura del corazón.
Esta comenzó a reír cada vez de manera más exagerada y siniestra mientras se acercaba lentamente a la cámara.
Por mucho que le hablábamos por el walkie, esta no nos prestaba atención. Hacía caso omiso. Se limitaba a sonreír.
En ese momento comenzó a hablarnos mientras nos miraba a través de la pantalla.
Luis, con el rostro desencajado y sin mirarme siquiera a la cara, me pasó los cascos que llevaba puestos.
Él la había estado escuchando a Sara todo el tiempo, ya que la cámara grababa sonido.
Comencé entonces a escucharla y me percaté de que balbuceaba palabras sin sentido, como en otro idioma.
De pronto, cogió la cámara, puso su rostro sonriente más grotesco y se la pegó a la boca.
Sodot rirom a siav… [Pronunció justo antes de soltar una risa macabra].
Tras esto la cámara se desconectó dejándonos a todos más confusos aún.
Recuerdo ese momento. Todos en completo silencio, mirando a las escaleras sin pestañear, conteniendo la respiración mientras el corazón nos latía a mil por hora.
De pronto, comenzamos a ver dos figuras descendiendo por las escaleras.
Hola, chicos. [Dijo Sara como si nada]. ¿Qué ha pasado? No contentabais al walkie.
Nuestras caras, en ese momento, eran un auténtico poema. No entendíamos absolutamente nada. ¿Qué demonios había ocurrido?
¿Estáis bien? [Preguntó Laura intrigada]. Parece que hayáis visto algo aterrador.
Nosotros sí. [Respondió José.] Pero ¿Y tú? ¿Te encuentras bien?
Yo estoy perfectamente. [Dijo mirándose por todo el cuerpo]. No tengo nada ¿No?
Chicas, por favor, sentaos aquí, tenéis que ver esto. [Dijo Luis].
Luis le dio al play para que pudieran ver con sus propios ojos lo que había captado la cámara.
Recuerdo el rostro pálido de Laura mientras miraba la pantalla.
Creo que deberíamos detenernos aquí. [Dijo Laura finalmente rompiendo el silencio]. No sé si es seguro continuar. Esta figura… parece algo más que una simple sombra. Y lo que vimos que hizo Sara… no es algo que pueda explicarse como un simple susto.
Sara, que hasta ese momento había permanecido en silencio, se adelantó y miró a Laura directamente a los ojos.
Laura, no sé qué fue lo que pasó ahí, pero siento que estamos cerca de descubrir algo importante. Esto es lo que hemos buscado todos estos años, ¿no? Irnos ahora sería rendirse.
Sara, ya has visto la grabación. Eras otra persona. [Le dije, sin poder ocultar el miedo en mi voz]. Lo que hiciste… lo que dijiste… parecía una posesión.
Sara me miró con una mezcla de desafío y curiosidad.
No estoy poseída, Pedro. Estoy más lúcida que nunca.
Creo que hemos tocado algo que no debimos tocar. [Murmuró Laura, mirando a Sara con preocupación]. Hay algo aquí, lo presiento. Lo peor es que parece que quiere algo de nosotros.
¿Estás viendo a la entidad ¿Verdad? [Preguntó David].
Si…[Afirmó Laura tras una breve pausa]. Está en la puerta y quiere que la sigamos.
David asintió, mirando a cada uno de nosotros con una mezcla de determinación y miedo.
Chicos, si seguimos adelante, debemos estar preparados. No sé qué es lo que hay aquí, pero claramente no somos bienvenidos.
Sara sonrió, sin rastro de miedo.
Entonces, ¿A qué estamos esperando? [Dijo Sara mientras avanzaba hacia la puerta].
Y aunque el instinto me gritaba que retrocediera, que dejara todo atrás y huyera de aquel lugar, algo me obligó a seguir. Algo en mí, en cada uno de nosotros, sabía que la respuesta estaba adelante, esperando entre las sombras…
Aún puedo recordar mi cruce de miradas con Manu en aquel momento.
Otra vez metiéndonos en la boca del lobo ¿No?
Eso parece, pero al menos no estamos solos.
Pues nada, vamos a ello.
En ese momento David se puso delante de todos.
Vale, chicos, creo que es mejor que vayamos todos juntos. Dejemos las cosas aquí y sigamos a Laura.
Ninguno puso pega y nos juntamos todos en la puerta.
Aún puedo sentir ese nerviosismo, esa sensación de estar haciendo algo de lo que nos íbamos a arrepentir.
Vale, chicos, la veo. [Dijo Laura]. Está intentando que la sigamos. Quiere mostrarnos algo.
Pues adelante, guíanos. [Dijo David]. Carlos, Sara, quiero que lo documentales todo con vuestras cámaras y micrófonos.
Eso dalo por hecho. [Dijo Carlos levantando el pulgar]. Nosotros nos encargamos.
Comenzamos a avanzar de manera tranquila pero sin pausa siguiendo las indicaciones de Laura.
Recuerdo aquella oscuridad casi absoluta y que la única luz que teníamos era la de nuestras linternas y la luna.
El silencio nos envolvía mientras avanzábamos por aquellas antiguas vías.
El aire se había vuelto más frío, más denso, como si algo invisible nos estuviera observando desde todos los ángulos.
Laura iba al frente, guiada por esa extraña conexión que parecía tener con la entidad.
Sus pasos eran firmes, pero su respiración revelaba que estaba al borde de un ataque de nervios.
El paisaje se iba modificando a medida que continuamos andando.
Para empezar, los tablones de las vías habían desaparecido, tan solo quedaba tierra y malas hierbas.
Por otro lado, en los laterales, que antes no había nada, lo cubría todo unos enormes arbustos, haciendo el camino más estrecho y aterrador.
El silencio se vio interrumpido. David sostenía el detector EMF, que comenzaba a emitir pitidos intermitentes.
Al principio fue la luz verde, que indicaba una actividad baja y pronto empezó a oscilar entre el amarillo y el rojo a medida que avanzábamos.
Nos paramos al percatarnos de que el camino continuaba a través de un largo y estrecho puente por el que, en su día, pasaba el tren.
A los lados, dos viejos muros de mediana altura que aún se mantenían firmes y nos protegían de una enorme caída.
El detector indicaba actividad justo en esa dirección, por lo que decidimos seguir hacia adelante.
Seguimos caminando recorriendo aquél largo puente hasta llegar a un punto en el que había el mismo recorrido para seguir que para volver.
Una vez todos ahí, el detector se volvió loco reaccionando en todas direcciones. Estaba claro que la entidad nos quería ahí.
Es hora de usar esto. [Dijo Carlos sacando una spirit box de su chaqueta]. Aquí seguro que captamos algo.
Laura señaló entonces hacia donde estaba la entidad que estaba viendo y nos la describió.
Su figura es delgada, casi frágil. Tiene el cabello largo, desordenado, de un castaño oscuro que parece absorber la luz en lugar de reflejarla. Sus ojos grises me miran como si intentara leer algo que yo mismo no sé de mí. En sus muñecas veo pequeñas cicatrices, apenas visibles, pero claramente repetitivas. Lleva una especie de túnica negra, un colgante en espiral y… en su piel… Tiene un montón de símbolos y…
¿Ocurre algo? [Preguntó Manu mirando a Laura]. ¿Por qué tienes esa cara?
No tiene lengua…
Todos nos quedamos atónitos escuchándola sin saber qué decir.
Tras volver en mí después de escuchar el último detalle, me di cuenta de que esa descripción que nos había dado de la mujer me era muy familiar.
Todos nos quedamos atónitos escuchándola sin saber qué decir.
Está señalando ahí. [Prosiguió Laura marcándonos el lugar]. Quiere que veamos algo.
Esta nos indicaba que lo que teníamos que encontrar estaba en un punto de uno de los muros.
Aquí hay algo. [Dijo David palpando la pared]. Parece que hay una especie de símbolo grabado.
Cuando lo vi me quedé enormemente sorprendido. Ese símbolo… También me resultaba familiar.
Es uno de los que lleva ella en la piel. [Dijo Laura].
¿Quiere contarnos algo? [Preguntó Chema]. Si nos ha traído hasta aquí es por algo más que por un símbolo en la pared, digo yo.
De pronto, ante nuestros ojos, al lado del símbolo que habíamos visto
“Discípulos del Vacío Celestial… Huid… Peligro… Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…Muerte…”
No dábamos crédito a lo que estábamos viendo. ¿Qué era eso de “Discípulos del Vacío Celestial”? ¿Cómo era capaz de escribirlo así en la piedra? ¿Por qué nos decía que nos marchásemos?
¡EH, VOSOTROS! [Gritó alguien en la oscuridad del puente]. No deberíais estar aquí.
Comenzó a avanzar lentamente hacia nosotros mientras retrocedemos e intentaremos decirle que nos marchábamos de ahí
Todo se puso más tenebroso cuando, a medida que avanzaba, se le iban sumando personas creando una especie de procesión hacia nosotros.
¿Pero qué cojones…? ¡CORRED! [Gritó Jose].
Todos salimos de allí lo más rápido que pudimos sin mirar atrás, pero lo que veíamos delante tampoco ayudaba mucho.
Mientras avanzábamos a toda velocidad, veía como surgían de entre las sombras más personas
Hombres, mujeres, niños. Todos iban apareciendo y nos miraban fijamente.
Corrimos todo lo que pudimos, esquivando a esa ¿Gente? que estiraba los brazos intentando agarrarnos.
Eres mío. [Dijo un hombre sujetándome de la camiseta].
Le asesté un fuerte puñetazo en su cara que hizo que me soltara, pero, para mi sorpresa, me miró sonriente mientras que de su nariz goteaba sangre. Como si nada.
Manu tiró de mi brazo para que siguiéramos y así estuvimos hasta llegar a los coches.
Todos bien, ¿chicos? [Preguntó David intentando coger aire].
Eso parece. [Respondí mirando a todos].
Dios, que locura. [Dijo Laura apoyándose en el coche].
Salgamos de aquí porque esos locos nos podrían alcanzar. [Dijo mirando al final del camino].
Venga “kiko”. [Dijo Mirando a Jose]. abre el coche y vámonos de aquí.
Nosotros también deberíamos marcharnos. [Dijo Luis acercándose al coche en el que habían venido]. ¿Lleváis las llaves?
Aquí las llevo. [Dijo abriendo y entrando].
¡UN MOMENTO! [Gritó Laura]. ¡FALTAN CARLOS Y SARA!
Volvimos a salir de los coches y comenzamos a mirar alrededor.
Todo estaba en completo silencio y en total oscuridad salvo por la luz de las linternas y los faros de los coches.
¿CHICOS ESTAIS AHÍ? [Preguntó David mientras avanzaba con miedo].
¿Dónde se han metido? [Preguntó Laura en voz alta]. Iban justo detrás de mí.
¡EH, CHICOS, YA VIENEN A POR NOSOTROS! [GRité]. ¡LARGUÉMONOS DE AQUÍ!
¡NO PODEMOS IRNOS SIN ELLOS! [Dijo Laura agarrando de la camiseta a David].
¡NO HAY TIEMPO! [Respondió pegándole un manotazo y subiendo al coche]. ¡SI QUIERES QUE ESOS LOCOS TE ATRAPEN, QUÉDATE, PERO NOSOTROS NOS VAMOS!
Aceleramos sin mirar atrás y los dejamos allí discutiendo.
Recuerdo el trayecto de vuelta en completo silencio, asumiendo lo que estaba pasando, lo que habíamos visto.
¿Creéis que estarán bien? [Preguntó Manu rompiendo el silencio].
Espero que sí. la verdad. [Respondió Chema]. Intentaré localizarlos.
Pero cada cosa a su tiempo. [Dijo Jose sin quitar la vista de la carretera]. Pongámonos a salvo en el hotel y ya veremos lo que tengamos que hacer.
Si, por favor. [Respondí apoyando la cabeza y cerrando los ojos]. Estoy deseando llegar.
Tras decir esto no recuerdo más hasta que me despertaron.
“Sr Chan”, hemos llegado. [Dijo Manu dándome en el hombro]. Vamos a la habitación.
Subimos las escaleras, nos metimos en el piso y, prácticamente sin decir nada, dirigimos hacia nuestras habitaciones.
Fue ahí cuando, al pasar por la puerta de los baños, me vino el recuerdo de la grabadora que había dejado.
Efectivamente, cuando abrí la puerta la vi ahí, con horas de grabación por escuchar por culpa de mis despistes.
Decidí entonces coger el móvil, ya que no había estado pendiente en toda la noche y vi que tenía mensajes de Silvia los cuales, pese a las horas que eran, decidí contestar para que al despertar supiera que estaba bien.
Pedro ¿Estás bien?
Os están siguiendo, teneis
que salir de allí.
Joder, contestaaaaa
Perdón, Silvi, ha sido un día de locos.
Aunque bueno, tú ya lo sabrás todo
No me acostumbro aún...
Pues acostumbrate a eso, pero,
sobre todo a hacerme caso de una
vez. No me hagas ir allí a arrastrarte
de las orejas. A tí y a estos.
Está bien, tienes razon. recogeremos
las cosas y nos marcharemos de aquí.
Tened mucho cuidado y
estad muy atentos, no tienes ni
idea del peligro que corréis. Ahora
te mando informacion para que
sepas a lo que os enfrentais.
De acuerdo...
Tras las palabras de Silvia se me fue el sueño, así que comencé a reproducir lo que había grabado dando pequeños saltos hacia adelante para no hacerlo tan pesado. Ya la revisará en su totalidad en mi casa.
Jamás pensé que captaría esto de verdad ahí. Era lo mismo que había escuchado en mis sueños.
Es algo difícil de explicar, así que, querido lector, mejor le dejo un fragmento para que lo escuche…