sábado, 24 de marzo de 2018

Un largo viaje


Febrero 2012

No podemos negar que la oscuridad hace todo más tétrico. El hecho de no ver bien nuestro alrededor hace que que nos agobiemos. La cosas mas absurda como ir al baño, o pasar por una calle o conducir se puede convertir en algo aterrador para nosotros cuando no hay claridad para ver el entorno.

Hoy quiero contaros algo que me ocurrió sobre esto último. Cómo un simple viaje en coche se convirtió en una autentica odisea.

Es el momento de coger una vela y con el siniestro contoneo de su llama, dejarte guiar por este relato de terror.

Todo sucedió en el mes de Febrero de 2012. Me encontraba en un bar de la zona asistiendo a un recital de poesía.

En el escenario se encontraba una chica de pelo castaño de una longitud media y un lado rapado. Era la típica chica que nada más verla decías “Es artista”.

Y así era. Una gran artista. Pese a que a mí no me atraía mucho el tema de la poesía ella llegó a tenerme embelesado un gran rato.

Aquí he conseguido un archivo de audio para que os hagáis una idea: Rosalía

Tras terminar de recitar, aplaudimos y yo volví en mi. Dirigí mi vista nuevamente a la hoja que tenía en la mesa y continué escribiendo.

Había ido a ese bar porque era donde más solía inspirarme. Iba mucha gente a recitar, a presentar libros... Era el mejor lugar para atraer a las musas.

Me encontraba ahora inmerso en mi escritura cuando cuando me vi interrumpido por alguien que se sentó a mi lado.

  • Es la primera vez que recito poesía y toman apuntes [Dijo riendo].
  • Muy buenas [Contesté levantando la vista del papel]. No, esto son solo... unas notas... Estoy escribiendo una novela.
  • ¿Enserio? ¿Y sobre qué trata? Si se puede saber. Claro
  • No suelo dar información sobre lo que escribo, la verdad [Dije doblando el papel y metiéndomelo en el bolsillo]. Aunque igual tomando unas cervezas si puedas sonsacarme algo.
  • Si tu intención era tomar algo conmigo solo tenias que decirlo [Contestó riéndose]. Soy Rosalia, por cierto.
  • Encantado. [Dije dándole dos besos]. Mi nombre es Pedro.
  • Voy a pedir algo a la barra, no tardo.
Fue entonces cuando hizo aparición otra persona que se sentó a mi lado.
  • Me alegra que hayas venido. [Dijo en voz baja sin mirarme].
Era un hombre de mediana edad, trajeado y con sombrero. Una barba abundante y canosa.
  • Aquí lo tienes. [Dijo deslizando una cajita hacia mi]. Deberás custodiarlo con tu vida
  • Me temo que se ha equivocado de persona, caballero. [Respondí deslizando la caja hacia él].

Haciendo caso omiso a mis palabras, se levantó y salió por la puerta del bar.

Salí corriendo tras él, pero fue inútil. Había desaparecido.

Volví a sentarme en mi mesa y a pensar qué era lo que acababa de pasar. Quería saber quién era ese hombre y por que me había dado eso.

Apareció entonces otra vez la chica y se sentó poniendo una cerveza y un refresco sobre la mesa.

  • ¿Quién era eres tipo? [Preguntó antes de dar un sorbo a su bebida].
  • Sinceramente... no tengo ni la menor idea. Ha entrado, me ha dado esto y se ha ido. [Dije enseñándole la cajita].

  • ¿Y no has visto que lleva dentro?.
  • No se puede, lleva un código. [Dije trasteandola].
  • Qué cosa más extraña ¿No?

  • Eso es porque aún no me conoces. [Dije riendo]. Mi vida se basa en cosas extrañas.

  • Pues esto te va a resultar más extraño aún... [Dijo metiéndose la mano en el bolsillo]. A mi me han dado una igual...
Rosalía sacó una caja igual que la mía. También requería ser abierta con una contraseña. Tan solo se diferenciaban por el color. La mía era blanca y la suya era negra.

Tras esto el tema fue cambiando. Comenzamos a charlar sobre gustos, aficiones.

Descubrí que era una chica deportista, soñadora, risueña. Amaba el arte. Sobre todo la poesía y el teatro.

Para ella la poesía era una vía de escape, una forma de expresar todo lo que uno tiene dentro y, sobre todo, un buen vehículo para cambiar el mundo, que era su sueño.

El tiempo fue pasando sin darnos cuenta, por lo que, al ver la hora, decidimos irnos de allí.
  • ¿Tienes cómo ir a tu casa? Puedo acercarte si quieres.
  • En realidad vivo muy cerca, aunque pensaba salir antes. Ahora está muy oscuro y la verdad que me da un poco de respeto. Si no te importa...
  • Tranquila, no me cuesta nada [Dije sacando las llaves del coche].
Nos montamos y comenzó a indicarme hacia a donde debía dirigirme.
  • ¿Ves esa señal de stop de ahí? Pues a la derecha y todo recto.
Hice lo que me indicó y continuamos mientras charlábamos de cosas en general.

No había trafico alguno por esa carretera. Era oscura, larga y algo tenebrosa. La típica carretera por la que, si no fuera por el coche y la luz de los faros, no pasarías por ella.

  • Que raro... [Dijo cortando la conversación]. NO se si es sensación mía o estamos tardando mucho en llegar. Llevamos veinte minutos y eso es lo que tardo yo andando
  • Pues es raro, aún no veo ninguna casa... [Dije mirando para los lados]. Un segundo, ese no es el bar de donde hemos salido?
  • ¿En serio dado la vuelta? [Preguntó sorprendida]. Igual es porque íbamos hablando y nos hemos despistado ¿No?
  • Es muy posible [Dije girando nuevamente en la señal de stop]. Esta vez no se nos pasará.
Pasamos nuevamente por la calle antes mencionada. Esta vez más atentos para que no nos volviésemos a equivocar, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando, al terminar la recta, volvimos a aparecer al lado del bar.

  • No lo entiendo ¿Qué está pasando aquí? [Pregunté frenando en seco]. Si hemos ido a la derecha y recto, sin desviarnos, es matemáticamente imposible que volvamos al mismo sitio...
     
  • Esto es muy raro. Si es que esa es mi calle, hemos entrado bien [Contestó señalando]. Pero mi casa no está...
     
  • A ver si eres la chica de la curva y me estás engañando... [Dije riendo para tranquilizarlos ánimos].
Pese al nerviosismo no pudo evitar esbozar una sonrisa
  • No, en serio, vamos a probar una ultima vez. A ver que ocurre. [Dije arrancando de nuevo].
Arranqué y volví a hacer el mismo recorrido, pero, esta vez, algo cambió. La carretera no parecía terminar nunca.

Ya no volvíamos a aparecer en el bar, sino que parecía que nos encontrábamos en una carretera infinita y muy oscura.

Seguíamos avanzando metros, pero si mirabas al fondo, llegaba a parecer que no nos movíamos ni un milímetro.

Era algo agobiante. Aún recuerdo aquel trayecto. Los dos en el coche, completamente cayados, mirando a nuestro alrededor mientras nuestras mentes no paraban de hablar y de preguntarse qué demonios estaba pasando ahí.

En ese momento, se cruzaron dos sombras delante del coche haciendo que frenara de forma muy brusca.

Tras estas, aparecieron dos sombras más que corrían velozmente. Parecía que los estuvieran siguiendo.

  • ¿Los has visto? [Preguntó Rosalía mirando por la ventana].
  • Si. Juraría que eran personas... [Dije mirando alrededor].
     
  • Arranca y va monos, por favor...
Intenté arrancar el coche, pero este no respondía.

Quiero, querido lector, que visualice por un momento la escena y entienda el terror que sentíamos en ese momento.

Tras tanto tiempo conduciendo, nos encontrábamos a oscuras, en una carretera que no parecía tener fin y con alguien o algo suelto fuera.
  • ¿Y si salimos? [Pregunté aun sabiendo que era una mala idea]. Igual encontramos la solución de esto.

  • ¿Estás loco? [Preguntó nerviosa]. ¿Y qué pretendes hacer?¿Planeas vagar a oscuras por ahí buscando a gente que, a lo mejor, es producto de nuestra imaginación? 

  • Los dos lo hemos visto, por lo que no puede ser producto de nuestra imaginación. 

  • Pedro, tu me dijiste que estabas acostumbrado a las cosas extrañas, pero yo no... Soy una simple estudiante de artes. Yo me puedo enfrentar a profesores, directores pero no a esto... Es superior a mi.

  • Te entiendo, de verdad. yo he vivido muchas cosas y aún no termino de acostumbrarme. Y creo que nunca lo haré... De todas formas, la una solución para avanzar , es andando.

Tras un rato en silencio meditando bien la situación, nos armamos de valor para salir del coche y avanzar a pie.

Recuerdo el miedo de caminar completamente a oscuras por aquella carretera, donde tan solo se oían nuestros pasos.

Lamentablemente esto cambió. Comenzamos a escuchar unos ruidos que parecían provenir de detrás nuestra.

Nos paramos para comprobar si el ruido lo hacíamos nosotros, pero no era así. El ruido seguía y parecía oírse más fuerte.

Nos giramos y observamos para saber que era, pero tan solo se veía oscuridad.

De pronto, de entre las tinieblas surgió una silueta de aspecto humanoide. Alta, delgada y con unos ojos que brillaban.

Algo me decía, que no era amigable.
  • Rosalía... ¡CORRE!

Arrancamos en ese momento a correr sin mirar atrás, solo queríamos alejarnos todo lo posible de aquella cosa.

Recuerdo el ruido de nuestras pisadas, el pulso acelerado, la respiración fuerte, el sudor recorriendo nuestra espalda. No corríamos por gusto, sino por nuestra vida.

Tras un buen rato y tras mirar unos segundos hacia atrás, pudimos percatarnos de que esa cosa ya no nos estaba siguiendo.

Imaginaros nuestra sorpresa cuando, al mirar hacia adelante, se encontraba allí. Inmóvil, clavando sus ojos brillantes en nosotros.
  • ¡POR AQUÏ! [Dijo Rosalía tirando de mi].
No me hizo falta que me explicara nada. Sabía perfectamente lo que estaba pensando y estaba de acuerdo con ella.

Si avanzar en linea recta no servía de nada, tal vez correr hacia el lado nos llevaba a alguna parte. Era algo que había que descubrir.

Corrí detrás de ella mientras ese ser volvía a perseguirnos sin descanso.

Avanzamos entre arboles y matojos hasta dar con otra carretera. Por venía un vehículo que casi nos pisa dado que seguíamos huyendo de ese ser y no podíamos detenernos.

El coche se había detenido, pero no podíamos volver a atrás.

Continuamos corriendo casi sin aliento. Nuevamente pasamos varios minutos corriendo entre arboles y arbustos, hasta dar con otra carretera.

Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando vimos el mismo vehículo que casi nos atropella. Estaba parado y con las puertas abiertas.

La sorpresa fue aun mayor cuando me percate de que ese coche era el mio... ¿Cómo era posible? ¿Cómo habíamos vuelto ahí?

En ese momento, de las sombras emergieron dos personas
  • Así que estáis aquí [Dijo un hombre con voz familiar]. Llevamos buscándoos horas. No había manera. 

  • ¿Quiénes eres? [Dije cubriendo a Rosalia].
- Somos un grupo dedicado a solucionar ciertos problemas que no se pueden explicar fácilmente [Dijo una mujer que apareció detrás de nosotros].
En ese momento también apareció el extraño ser , mientras que el hombre se montó en el coche y lo arrancó
  • Vosotros montad y poneos esto [Dijo dándonos unas gafas negras]. “Rous” ya sabes que hacer...
La mujer sacó un arma y disparó al ser generando un fogonazo de luz en toda la zona. Tras hacerlo se montó en el coche como si nada, y nos fuimos.

Estuvimos avanzando mientras veíamos como esos seres nos seguían y la mujer disparaba poro la ventanilla.

Recuerdo el trayecto en coche, acelerados sin saber si esa gente nos estaba ayudando y le interesábamos por algo y nos matarían después.
  • Tranquilos [Dijo el hombre mientras conducía]. Mi nombre es “Dos” y ella es “Rous”, aunque pronto le daremos un numero.

  • No entiendo nada ¿Por qué nos estabais buscando? [Preguntó Rosalía]. 

  • Aún lleváis las cajas ¿Verdad? [Preguntó la mujer]. Hemos venido a recuperarlas.
En ese momento el hombre aparcó el coche.

- Ya hemos llegado a tu casa [Dijo la mujer saliendo del coche].
  • ¿Sabéis donde vivo? [Preguntó Rosalía] 

  • Lo sabemos todo sobre vosotros, pero tranquilos, que ya nos vamos.[DIjo el hombre]. 

  • Las cajas, por favor [Dijo La mujer sonriente]. Una vez que nos vayamos no volveremos a molestaros.
Rosalía y yo le dimos nuestras respectivas cajas y respiramos aliviados al ver que por fin estábamos fuera de peligro.
  • Oye y.. ¿Esos seres?
  • Pedro, hay cosas que es mejor que no se sepan... por el bien de todos [Dijo marchándose]. Adiós, amigos.
La mujer se habló con Rosalía y se marchó también.
  • Bueno, pues por fin en casa [Dijo Rosalía con su característica sonrisa]. No se como aguantas todas estas cosas extraña, de verdad.
  • Aprendí a vivir con ello. Aunque me voy a ir unos días de vacaciones a un pueblo costero. Villa de cristal se llama. Me va a venir bien.

  • Pues si, seguro que te ayuda a huir un poco de esto. Yo me centraré en la poesía para olvidarme un poco de lo ocurrido. Aunque creo que será imposible. 

  • Imposible... ya te lo digo yo
Nos quedamos un momento en silencio mirándonos el uno al otro.
  • Ha sido un placer, Rosalía [Dije abrazándola fuerte]. Imagino que después de esto preferirás estar más alejada. Pero bueno, si algún día te apetece quedar, aquí tienes un amigo

  • Tranquilo, Pedro [Dijo devolviendome el abrazo]. Pese a todo, estaré encantada. Creo que podemos aprender mucho el uno del otro. A demás, me da la sensación de que te conozco de antes, no se...
Me fui de allí con una experiencia aterradora, pero también con una buena amiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario