Diciembre 2015
Como ya se habrá percatado,
querido lector, soy un fanático de la cerveza. Me gustaba disfrutarla mientras
escribía y, sobre todo, cuando me juntaba con amigos.
Nuestro punto de encuentro era
Cervemur, una cervecería que quedaba muy cerca de mi casa. Un paraíso de la
cerveza con más de mil quinientos tipos de cerveza para los paladares más
selectos.
Es el
momento de coger una vela y, con el siniestro contoneo de su llama, dejarte
guiar por esta historia aterradora.
Estaba esperando a mi amigo Manuel
en la terraza. Unos días atrás habíamos estado investigando sucesos
paranormales en una casa y queríamos comentar lo que habíamos descubierto en
las grabaciones.
Este hizo aparición entre el
gentío y se sentó frente a mí.
- Hola, Pedro ¿Cómo estás?
[Preguntó estrechándome la mano].
- Bien, no me quejo, la verdad ¿Y
tú?
- Muy bien, deseando enseñarte lo
que he encontrado, pero antes pedimos algo ¿No?
- Tienes razón, voy a pedir.
Cuando me iba a levantar, el
camarero hizo aparición.
- Hola Pedro. Me han traído una
nueva cerveza. [Dijo dejando la botella en la mesa]. Es una botella de edición
limitada.
- Tiene muy buena pinta.
- Pues a disfrutarla se ha dicho. [Dijo dejando dos vasos]. Que aproveche.
- Muchas gracias, “Maqui”.
Abrió la botella y comenzó a
servirla.
Era una cerveza de trigo, turbia,
de color anaranjado. La botella era negra con el nombre en rojo “Sangre de
demonio”.
Vi que en la parte de atrás había
un pequeño texto en letra pequeña.
“Advertencia: Con un vaso podrás ver
un universo extraño, con dos, podrás visitar el mismísimo infierno, pero con
tres… nadie volverá a saber nada de ti
¿Te atreves a intentarlo?”.
No pude evitar reírme ante aquel
texto junto a Manuel.
Comenzamos a ver las fotos y a
charlar mientras la cerveza iba haciendo efecto de manera veloz.
Comencé a marearme y todo se
volvió negro.
Cuando recobré la conciencia vi a
Manuel inconsciente con la cabeza apoyada en la mesa.
Lo desperté y miré a mi alrededor.
Seguíamos en Cervemur, pero, las luces se encontraban apagadas y no parecía
haber nadie.
- Esto no me gusta, Manuel. Será
mejor que nos vayamos.
Nos levantamos y llegamos a la
puerta, pero esta se encontraba completamente cerrada. Lo que más me llamó la
atención fue que estaba oxidada.
A través de los barrotes vi a
alguien pasar, así que grité para llamar su atención. Tras oírme se fue
acercando y una vez que lo vi, me quedé helado.
Tenía unos ojos tan negros como
los de un tiburón blanco. Su cara era similar a la de un hombre lobo, con
orejas puntiagudas. Recuerdo como sonreía, con su boca enorme adornada con unos
dientes afilados. De su cabeza salían unos afilados cuernos blancos con el pico
negro.
- ¿Ya os queréis marchar? Si
acabáis de llegar…
Asustados, corrimos al interior
del bar.
Esperaba, inútilmente, encontrar a
alguien que pudiera ayudarnos o, por lo menos, explicarnos lo que estaba
sucediendo.
Era extraño. Todo estaba sucio y
estropeado. Parecía que llevaba años abandonado.
- Tengo que estar soñando… [Dijo
Manuel llevándose las manos a la cabeza]. Nos hemos emborrachado y nos hemos
quedado dormidos... Es eso, solo eso.
- ¡RELAJATE! [Grité
abofeteándolo]. Esto no es un sueño. No se si te has percatado, pero puedes
leer los carteles perfectamente. Leer en un sueño es imposible.
Cogió uno de los carteles que
había en el suelo y, tras examinarlo, lo tiró y se llevó las manos a la cara.
-
Entonces… estamos atrapados de verdad en Cervemur… Pero… mira como está
todo. Parece que lleva años abandonado. ¿Y qué era esa cosa que nos ha hablado
en la puerta?
- Me gustaría responderte a todo,
pero estoy igual que tú. Solo se que tenemos que salir de aquí antes de que esa
cosa nos alcance.
- ¿Hablando de mi? [Dijo el ser
apoyado en el marco de la puerta]. Eso es de mala educación.
- ¿Qué demonios eres y que quieres
de nosotros? [Pregunté aterrado].
- En tu propia pregunta está la
respuesta… En cuanto a qué quiero… quiero vuestra alma. Vagareis eternamente.
- Insinúas que estamos…
- Muertos [Dijo terminado la frase
de Manuel]. No debisteis haber tomado esa cerveza ¿No leísteis la advertencia
que lleva en la parte de atrás?
En ese momento recordé la
advertencia de los vasos. No podía creer que fuera verdad.
- ¿Qué va a pasar con nosotros
ahora? [Preguntó Manuel].
- Que vendréis conmigo… [Dijo
sacando un largo y afilado tridente].
Salimos corriendo mientras oíamos
como ese ser reía de una manera muy macabra.
Habíamos vuelto al principio. La
puerta seguía cerrada y era imposible abrirla. Ese ser se acercaba cada vez más
a nosotros con paso firme.
Por mucho que corríamos sentíamos
su respiración cerca. Estábamos acorralados, sin salida alguna, sin esperanzas.
Como ya no teníamos nada que
perder, decidimos plantarle cara.
Comenzamos a golpearlo con todo lo
que íbamos encontrando. Sillas, tablones, botellas… todo impactaba contra ese
ser sin hacerle prácticamente nada, salvo romperle uno de sus cuernos. Esto lo
hizo enfurecer mucho más.
Cuando me disponía a huir, noté un
dolor intenso en mi torso acompañado de un fuerte ardor.
Cuando miré mi estomago vi que de
el salían tres pinchos. No había ninguna duda, ese ser me había cazado…
Sentía que me iba apagando poco a
poco. Mis piernas y mis brazos no respondían y la vista se me nublaba,
De pronto oí un desgarrador rugido
y caí al suelo.
Me giré como pude y entonces pude
ver bien lo que estaba ocurriendo.
Manuel sujetaba el cuerno con las
dos manos y lo proyectaba una y otra vez contra ese ser sin dudar. Podía ver la
ira reflejada en su rostro.
El tridente que atravesaba mi
cuerpo comenzó a evaporarse a la vez que el cuerpo del demonio.
Todo se fue volviendo más y más
borroso hasta que todo quedó negro.
Cuando recobré el conocimiento, me
encontraba sentado en la mesa de la terraza de Cervemur. Todo volvía a estar
como antes.
Recuerdo la cara de Manuel, era
una mezcla de alivio y duda.
Lo más impactante fue que Manuel, mirándome
con cara de asombro, puso el cuerno encima de la mesa. Todo había sido real…
- Veo que os ha gustado, aun me
queda una ¿La queréis? [Dijo el camarero].
Manuel y yo nos quedamos unos
instantes mirándonos.
- Creo que mejor tomaré una Vitus…
Ese cuerno lo guardé y lo sigo utilizando como
recipiente para la cerveza cada vez que salgo. Había sido mi salida del infierno
y no sabía cuando podría volver a necesitarlo.
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