domingo, 2 de marzo de 2014

Baño averiado





Enero 2014

Querido lector, si pensaba que mi aventura extraña en el instituto había sido la única y que no volví a asistir, me temo que se equivoca.

Puede creer que estoy loco, pero simplemente es que no quiero dejarme avasallar por fuerzas del más allá.

Esta aventura la viví junto a mi querida amiga Ana M. S.

Ambos éramos alumnos del instituto Floridablanca de Murcia, pero ella asistía por las mañanas y yo por las tardes.

 Es el momento de coger una vela y, con el siniestro contoneo de su llama, dejarte guiar por esta historia aterradora.

Un día me tocó llevar unos papeles al centro y lo hice sobre las once de la mañana, por lo que pude encontrarme con ella.

- ¡Que sorpresa! ¿Qué tal, Pedro? [Dijo abrazándome fuerte].

- Genial, Ana. He venido a solucionar unas cosas y ya que estoy por aquí, tengo una excusa para verte, que ya te echaba de menos.

- Tú siempre sabes como sacarme los colores… Sabes que te pueden detener por coquetear con una menor ¿No? [Preguntó sonriendo].

- Lo se… [Dije posando levemente mis labios en su frente]. Me gustan los retos.

Nos fuimos del hall y subimos para buscar a María estar un rato con ella.

Nos encontramos con ella y con Claudia, compañera de Ana, en el segundo piso y decidimos quedarnos un rato a charlar con ella.

Mientras hablábamos, se escuchaba de fondo un extraño sonido. Era como si alguien estuviera dando con un bolígrafo en la mesa.

Cuando la campana sonó, indicando el fin del recreo, salimos de la clase, ocurrió algo extraño.

Se empezó a escuchar el sonido de una silla arrastrándose y, al instante, se encendió el proyector.

Los cuatro nos quedamos mirando fijamente, atónitos, cómo la luz se veía interrumpida por una silueta humana.

Esa figura se quedó ahí, hasta que se movió y desapareció entre nuestros ojos, apagándose el proyector después.

Nunca olvidaré la cara que se nos quedó ante aquél espectáculo y cómo Claudia comenzó a llorar. 
Hicimos como si no hubiera pasado nada, despedimos de María y bajamos a la entrada.

- Nos veremos en otro momento Ana. Espero que se te pasen pronto las tres clases que te quedan y que podamos vernos pronto. [Dije riendo].

- Eso espero. [Dijo abrazándome intensamente].

Fui por fin a dejar los papeles y, cuando me iba a marchar a casa, oí un grito fuerte al final de uno de los pasillos.

Inevitablemente, me asomé y vi a unas cuantas chicas en la puerta del baño mirando extrañadas.

Salió Ana, con el rostro pálido y descompuesto por lo que acudí en su ayuda.

- Ana ¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? [Dije separándola de todas las miradas curiosas].

Cuando miré a la gente de la puerta, descubrí que nos miraban fijamente, para cotillear, por lo que me alejé aún más.

- Me ha ocurrido algo muy extraño… En uno de los baños hay un cartel que pone averiado y se encuentra completamente cerrado. Me he metido en el de al lado y, al salir, he oído como tiraban de la cadena. La puerta del baño averiado se ha abierto y el papel higiénico ha salido disparado… [Terminó diciendo temblorosa].

Debido a  mi excesiva curiosidad, decidí entrar, cuando la gente se dispersó para volver a clase.

Ana intentó evitar que entrara, pero fue inútil, por lo que acabamos entrando los dos. En ese momento, la puerta se cerró de golpe.

La puerta con el cartel de averiado se abrió lentamente y fui directo a cerrarla, pero era inútil.

Cuando me fijé bien, descubrí, con un nudo en la garganta, que había una mano entra la puerta y el marco.

Automáticamente, la solté y me fui hacia atrás junto a Ana temiéndome lo peor.

Al abrirse del todo, descubrimos que se trataba de Claudia, por lo que respiramos aliviados, pero la tranquilidad duró poco.

Se escuchó que llamaban a la puerta.

- Ana ¿Estás ahí? ¿Por qué está la puerta cerrada? Ábreme, soy yo, Claudia. Dijo tras la puerta.

La sangre se me heló y un sudor frió recorrió mi espalda. Ese ser había tomado la forma de Claudia para engañarnos.

Sus ojos se volvieron negros y su piel se palideció de forma atroz.

Agarré la mano de Ana con fuerza e hice que fijara su vista en mí, mientras ese ser se iba acercando a nosotros.

- Ana, escúchame. Todo va a salir bien. [Dije posando mis labios sobre los suyos]. Todo va a salir bien…

En ese momento, se oyó un tremendo golpe y vimos como entraban rápidamente María y la autentica Claudia al baño.

Sin pensárnoslo dos veces, salimos corriendo hacia fuera.

Ana y yo nos miramos con gesto de pánico que, poco a poco, se fue transformando en sonrisa. 

- Parece que tenías razón.

- Te lo dije, Ana. Se llama intuición masculina. [Dije riendo].

- Por cierto… Lo que ha pasado ahí dentro… Que no salga de aquí…

- No te preocupes. Soy una tumba [Dije besando su mejilla sonrojada].

Durante todo el curso, tanto Ana como yo, no pudimos ir al baños solos, por miedo a lo que pudiéramos encontrarnos.

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