Diciembre 2014
No hay nada como tener una casa cerca de la playa. Se puede
disfrutar en verano, con todo su ambiente, o en invierno, cuando no se ve ni un
alma por la calle.
La historia que hoy quiero escribir ocurrió un fin de semana
de invierno de 2014.
Es el momento de coger una vela y, con el siniestro contoneo
de su llama, dejarte guiar por esta historia aterradora.
Decidí marcharme con mi gran amigo Salva Valero, conocido
escritor y presentador de radio de un programa llamado Frecuencia Fantasma.
Después de cenar y tomar unas cervezas, comenzamos a charlar
sobre gustos literarios. Un género que gustaba mucho a los dos era el de
terror.
- Salva ¿Sabías que en esta casa hay espíritus? No sé si te
lo llegué a contar.
- Es verdad, sí que me lo contaste. Estaría bien dejar unas
cámaras y algunas grabadoras ¿No crees?
- Suena interesante, lo malo es que no tengo ninguna
grabadora. Solo tengo el móvil ¿Servirá?
- No te preocupes, yo tengo un par de grabadoras en el
coche. Ahora, cuando nos vayamos, las dejamos puestas.
- Me parece bien. [Dije pegándole el último trago a mi
cerveza].
Después de ducharnos y arreglarnos, fuimos a su coche,
cogimos las grabadoras y las colocamos. Las pusimos en las dos zonas de mayor
actividad, el comedor y la cocina.
Una vez que las dejamos preparadas para grabar, nos
marchamos a los bares de la zona para tomarnos algo. Pese a ser invierno, había
mucho ambiente.
Ingerimos una cerveza tras otra durante toda la noche,
mientras conocíamos a un montón de gente.
Decidimos que ya era hora de volver a casa y, al llegar, no
le hicimos caso a las grabadoras. Se nos olvidaron por completo.
Nos tomamos la última mientras víamos la tele y yo hablaba por whatsaap con mi novia, María.
Nos tomamos la última mientras víamos la tele y yo hablaba por whatsaap con mi novia, María.
Nos acostamos a las cinco de la mañana, pero a las ocho me
desperté escuchando ruidos en la casa de arriba.
Salva entró en ese momento a la habitación.
- Menudo escándalo hay montado arriba ¿No? ¿Es que ha venido
tu primo?
- Pues no lo sé. Que
yo sepa, él solo viene en verano. [Dije levantándome de la cama].
Salí a la calle y observé su balcón y ventanas, pero todo
estaba cerrado, por lo que volví a entrar en casa.
- Pues mi primo no parece que esté [Dije cerrando la puertas
tras de mí].
En ese momento, se empezó a escuchar un pequeño chirrido y comprobamos,
atónitos, cómo la pequeña mesa del comedor se deslizaba frente a nosotros.
- Sí que ocurren cosas raras en esta casa… [Dijo Salva sin
separar la vista de la mesa].
- Es raro… Nunca había pasado por la mañana. Siempre suele
ser por la noche. [Dije extrañado].
- Me acabo de acordar que dejamos las grabadoras ¿Las
escuchamos? [Preguntó buscando por la estantería.
-Es verdad, se me había olvidado. Voy a coger la de la
cocina.
- Pedro ¿Has encontrado la grabadora? La que dejamos en el
comedor no está.
- Pues la de la cocina tampoco, Salva.
Por mucho que las
buscamos, no aparecían por ninguna parte, hasta el punto de abandonar por
completo.
Tras un día normal, la noche fue haciendo aparición y con
ella, los sucesos extraños.
Recuerdo que, mientras me duchaba, oí la puerta del baño abrirse
y supuse que se trataba de Salva.
- Pedro ¿Te queda mucho?
- No, Salva. Salgo ya.
Salí de la ducha, me sequé y me fui directo a la habitación
para cambiarme. Lo que me llamó la atención fue que Salva no estaba.
Comencé a vestirme y escuché que llamaban a la puerta de la
habitación.
- Pedro ¿Te queda mucho? [Preguntó Salva de nuevo].
- Ya te he dicho que no, Salva. ¿Qué es lo que quieres?
[Dije abriendo la puerta].
No había nadie. Me encontraba solo en casa. Hasta que se
abrió la puerta de la calle.
- Hola, Pedro ¿Ya has terminado? Yo he ido al coche a buscar
las grabadoras, pero no ha habido éxito.
- ¿No has estado aquí preguntando cuánto me quedaba?
[Pregunté intrigado].
- Para nada. Me he tirado un cuarto de hora buscando en el
coche ¿Por qué lo dices?
- Porque te he oído dos veces preguntarme eso. Por lo menos
parecía tu voz…
- Eso le pasó a uno de los que participaron en mi programa.
Es muy extraño.
Después de aquello estuvimos toda la noche con esa extraña
sensación de estar siendo observados. No parábamos de ver sombras deslizarse de
un sitio a otro.
Repetimos salida esa noche, pero con el miedo en el
cuerpo, ya que, al salir, pudimos observar por la ventana, clarísimamente, una
silueta en medio del salón.
- No tienes ganas de volver a casa ¿Verdad? [Pregunté
sonriendo].
- Pues lo cierto es que no. Creía haberlo visto todo, pero
lo que hay en tu casa no es normal. [Respondió serio]. Lo que no se es cómo
eres capaz de seguir en esa casa.
- Porque nunca ha ocurrido nada fuerte. Suelen ser cosas muy
leves y cuando hay poca gente. Va siendo hora de volver. ¿Te animas?
- De acuerdo. Pero hagamos las maletas ya. Prefiero que nos
vayamos cuanto antes.
- Sin problema.
Llegamos a casa, hicimos las maletas y nos marchamos esa
misma madrugada.
De camino abrí la guantera buscando unos discos de música y
me encontré con las famosas grabadoras.
- Pero si ya registré el coche completo. ¿Cómo no las había
visto? Dale al play a ver que sale.
En una de las grabadoras, tras escucharse el momento en el
que salíamos, se apreciaban unos pasos y
una respiración lejana, acompañada de una frase que no se apreciaba.
En la segunda, se escuchaban los pasos acercarse y la
respiración muy cercana. Era intensa y acompañada de ciertos rugidos extraños.
Recuerdo ese momento. Los dos, expectantes, esperando oír alguna
voz. En pleno silencio y conduciendo por la oscura carretera interminable.
De pronto, la respiración se cortó y se oyó, de manera
clarísima, una frase que nunca olvidaremos.
“Os
cogeré”
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