sábado, 22 de febrero de 2014

Fin de semana en Villa Rosa


Diciembre 2014


No hay nada como tener una casa cerca de la playa. Se puede disfrutar en verano, con todo su ambiente, o en invierno, cuando no se ve ni un alma por la calle.

La historia que hoy quiero escribir ocurrió un fin de semana de invierno de 2014.

 Es el momento de coger una vela y, con el siniestro contoneo de su llama, dejarte guiar por esta historia aterradora.

Decidí marcharme con mi gran amigo Salva Valero, conocido escritor y presentador de radio de un programa llamado Frecuencia Fantasma.

Después de cenar y tomar unas cervezas, comenzamos a charlar sobre gustos literarios. Un género que gustaba mucho a los dos era el de terror.

- Salva ¿Sabías que en esta casa hay espíritus? No sé si te lo llegué a contar.

- Es verdad, sí que me lo contaste. Estaría bien dejar unas cámaras y algunas grabadoras ¿No crees?

- Suena interesante, lo malo es que no tengo ninguna grabadora. Solo tengo el móvil ¿Servirá?

- No te preocupes, yo tengo un par de grabadoras en el coche. Ahora, cuando nos vayamos, las dejamos puestas.

- Me parece bien. [Dije pegándole el último trago a mi cerveza].

Después de ducharnos y arreglarnos, fuimos a su coche, cogimos las grabadoras y las colocamos. Las pusimos en las dos zonas de mayor actividad, el comedor y la cocina.

Una vez que las dejamos preparadas para grabar, nos marchamos a los bares de la zona para tomarnos algo. Pese a ser invierno, había mucho ambiente.

Ingerimos una cerveza tras otra durante toda la noche, mientras conocíamos a un montón de gente.

Decidimos que ya era hora de volver a casa y, al llegar, no le hicimos caso a las grabadoras. Se nos olvidaron por completo.

Nos tomamos la última mientras víamos la tele y yo hablaba por whatsaap con mi novia, María. 

Nos acostamos a las cinco de la mañana, pero a las ocho me desperté escuchando ruidos en la casa de arriba.

Salva entró en ese momento a la habitación.

- Menudo escándalo hay montado arriba ¿No? ¿Es que ha venido tu primo?

- Pues no lo sé. Que  yo sepa, él solo viene en verano. [Dije levantándome de la cama].

Salí a la calle y observé su balcón y ventanas, pero todo estaba cerrado, por lo que volví a entrar en casa.

- Pues mi primo no parece que esté [Dije cerrando la puertas tras de mí].

En ese momento, se empezó a escuchar un pequeño chirrido y comprobamos, atónitos, cómo la pequeña mesa del comedor se deslizaba frente a nosotros.   

- Sí que ocurren cosas raras en esta casa… [Dijo Salva sin separar la vista de la mesa].

- Es raro… Nunca había pasado por la mañana. Siempre suele ser por la noche. [Dije extrañado].

- Me acabo de acordar que dejamos las grabadoras ¿Las escuchamos? [Preguntó buscando por la estantería.

-Es verdad, se me había olvidado. Voy a coger la de la cocina.

- Pedro ¿Has encontrado la grabadora? La que dejamos en el comedor no está.

- Pues la de la cocina tampoco, Salva.

 Por mucho que las buscamos, no aparecían por ninguna parte, hasta el punto de abandonar por completo.

Tras un día normal, la noche fue haciendo aparición y con ella, los sucesos extraños.

Recuerdo que, mientras me duchaba, oí la puerta del baño abrirse y supuse que se trataba de Salva.

- Pedro ¿Te queda mucho?

- No, Salva. Salgo ya.

Salí de la ducha, me sequé y me fui directo a la habitación para cambiarme. Lo que me llamó la atención fue que Salva no estaba.

Comencé a vestirme y escuché que llamaban a la puerta de la habitación.

- Pedro ¿Te queda mucho? [Preguntó Salva de nuevo].

- Ya te he dicho que no, Salva. ¿Qué es lo que quieres? [Dije abriendo la puerta].

No había nadie. Me encontraba solo en casa. Hasta que se abrió la puerta de la calle.

- Hola, Pedro ¿Ya has terminado? Yo he ido al coche a buscar las grabadoras, pero no ha habido éxito.

- ¿No has estado aquí preguntando cuánto me quedaba? [Pregunté intrigado].

- Para nada. Me he tirado un cuarto de hora buscando en el coche ¿Por qué lo dices?

- Porque te he oído dos veces preguntarme eso. Por lo menos parecía tu voz…

- Eso le pasó a uno de los que participaron en mi programa. Es muy extraño.

Después de aquello estuvimos toda la noche con esa extraña sensación de estar siendo observados. No parábamos de ver sombras deslizarse de un sitio a otro.

Repetimos salida esa noche, pero con el miedo en el cuerpo, ya que, al salir, pudimos observar por la ventana, clarísimamente, una silueta en medio del salón.

- No tienes ganas de volver a casa ¿Verdad? [Pregunté sonriendo].

- Pues lo cierto es que no. Creía haberlo visto todo, pero lo que hay en tu casa no es normal. [Respondió serio]. Lo que no se es cómo eres capaz de seguir en esa casa.

- Porque nunca ha ocurrido nada fuerte. Suelen ser cosas muy leves y cuando hay poca gente. Va siendo hora de volver. ¿Te animas?

- De acuerdo. Pero hagamos las maletas ya. Prefiero que nos vayamos cuanto antes.

- Sin problema.

Llegamos a casa, hicimos las maletas y nos marchamos esa misma madrugada.

De camino abrí la guantera buscando unos discos de música y me encontré con las famosas grabadoras.

- Pero si ya registré el coche completo. ¿Cómo no las había visto? Dale al play a ver que sale.

En una de las grabadoras, tras escucharse el momento en el que salíamos,  se apreciaban unos pasos y una respiración lejana, acompañada de una frase que no se apreciaba.

En la segunda, se escuchaban los pasos acercarse y la respiración muy cercana. Era intensa y acompañada de ciertos rugidos extraños.

Recuerdo ese momento. Los dos, expectantes, esperando oír alguna voz. En pleno silencio y conduciendo por la oscura carretera interminable.

De pronto, la respiración se cortó y se oyó, de manera clarísima, una frase que nunca olvidaremos.

“Os cogeré”

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