Agosto 2010
Aún recuerdo, con mucha nostalgia, mis queridos años de juventud. Las escapadas
con los amigos, las fiestas, los ligues de una noche.
Hay un hecho que, a día de hoy, sigue impregnado en mi
memoria. Algo que, por mucho que pasa el tiempo, no logro olvidar.
Es el momento de coger una vela y, con el siniestro contoneo
de su llama, dejarte guiar por esta historia aterradora.
Una noche me marché, junto a mis amigos Luis Pérez y Juan
Martínez, a una discoteca que había en mi zona de veraneo.
Tranquilos, por tener por fin la mayoría de edad, entramos y
fuimos directos a un hueco que había junto a la barra.
- Muy buenas. ¿Qué queréis? [Dijo el camarero].
- Un JB con Seven up, un tequila con mora y un Ron cola.
- Aquí tenéis. [Dijo tras servirlos]. Son dieciocho euros.
Tras pagar comenzamos a charlar, mientras mirábamos a la
gente que había a nuestro alrededor.
Entre todos, divisé a una chica. Era alta y delgada. De
cabello rubio y largo, el que resaltaba sus preciosos ojos azules.
Nuestras miradas se conectaron entre la multitud y, de
manera disimulada, nos fuimos acercando, poco a poco, hasta juntarnos en un
rincón de la barra.
- Hola… [Saludó tímidamente]. Mi nombre es Claudia.
- Encantado. [Dije dándole dos besos]. Yo soy Pedro.
Comenzamos a charlar de manera muy fluida, hasta el punto de
sentirnos más cómodos el uno con el otro.
- Tengo una casa aquí cerca ¿Te apetece que nos tomemos la
ultima allí? [Dijo sonriente].
- Por supuesto. Vamos [Dije tras pegarle el ultimo trago a
mi copa]. Voy a avisar a mis amigos.
Fui hasta donde estaban mis amigos.
- Veo que os dejo en buenas manos [Dije sonriendo]. Luego,
cuando os llame, nos vemos en la feria ¿De acuerdo?
- Perfecto. Allí nos veremos. [Dijo Luis]
Claudia y yo nos marchamos, tranquilamente, hasta su casa, situada
a un par de minutos de la discoteca.
Nada más llegar al portal, se lanzó directa a besarme.
Subimos rápidamente las escaleras y entramos en su casa,
tirando la ropa por el pasillo y olvidando todo lo que había a nuestro
alrededor.
Me empujó hacia la cama y, tras posarse encima de mí,
comenzó a besarme el cuello para, más tarde, ir descendiendo.
Prefiero evitar contar todo lo que hicimos aquella noche.
Recuerdo el sudor, el pulso acelerado, la cara de placer. Me dejé absorber completamente por ella.
Caí exhausto y desperté a la mañana siguiente. Me encontraba
desnudo, solo y aturdido. Automáticamente cogí mi teléfono y observé que tenía
veinte llamadas perdidas de Luis y de Juan.
De pronto, la luz de la habitación, se encendió por arte de
magia. Casi podría decir que oí hasta el golpe en el interruptor.
Pensé que podía haber sido Claudia, pero, por mucho que la
llamaba, no contestaba. ¿Dónde demonios se había metido?
Me levanté y, tras vestirme, salí de la habitación
buscándola, pero no hubo suerte, por lo que decidí dejarle una nota con mi
número de teléfono y marcharme.
Para mi sorpresa, cuando me disponía a salir, descubrí que
la puerta estaba cerrada. ¿Me había encerrado en su casa?
En ese momento, comencé a escuchar unos pequeños golpes en
la pared de la habitación que estaba al final del pasillo.
Lo recorrí poco a poco hasta llegar a la puerta del cuarto.
Tras abrirla, descubrí algo horrible. Claudia se encontraba ahorcada en el
techo de la habitación, mientras su cuerpo sin vida se balanceaba levemente y
chocaba contra la pared.
Rápidamente me dispuse a bajarla, pero cuando lo hice,
comprobé que ya era tarde. Había muerto.
Saqué mi móvil y llamé a emergencias, pero no daba señal. No
podía llamar a nadie y me encontraba encerrado con el cuerpo sin vida de
Claudia.
En ese momento, sonó mi móvil. Aparecía el nombre de Juan en
la pantalla.
- Por fin das señales de vida, Pedro. Anoche lo pasaste bien
¿Verdad? [Preguntó entre risas].
- Juan, tengo un problema enorme. [Contesté algo serio]. La
chica, con la que me marche anoche, se ha suicidado. Mi móvil no me deja llamar
y estoy encerrado. Necesito ayuda.
- Tranquilo Pedro. Voy a llamar a la policía y vamos a por ti Luis y yo. ¿Dónde está la casa?
- Al salir de la discoteca, a mano derecha. En cuando
llegues al chiringuito de la playa, gira a la derecha y lo verás de frente. Es
un edificio grisáceo y lleva el numero cinco en la puerta. Estoy en el tercer
piso.
- De acuerdo, ya vamos. [Dijo segundos antes de colgar].
Me fui directo al balcón, esperando ver a mis amigos y a la
policía para que me sacasen de ahí.
Lo que más me extrañó fue la soledad de la calle y la playa.
Por lo general suele estar llena desde primera hora, pero no era así. No había
gente ni coches.
Tras una larga espera, volvió a sonar el móvil. Se trataba
de Juan.
- ¿Vais a venir ya? [Pregunté impaciente].
- Ya estamos frente al edificio. [Dijo con cierto tono
serio].
- Yo estoy en el balcón y no os veo. [Respondí intrigado].
¿Seguro que no os habéis equivocado de calle?
- Estamos frente al edificio que nos has dicho, pero… Es
imposible que estés en el balcón. Todo el edificio está cerrado y en ruinas. La
policía no nos ha hecho caso. Nos han dicho que ese edificio lleva cerrado
cincuenta años… Según nos han contado, una chica se suicidó y, desde ese
momento, empezaron a ocurrir cosas raras, provocando el abandono del edificio.
Su nombre era Claudia H. Hidalgo.
En ese momento me quedé helado. No sabía que decir ni que
hacer. Se tenían que haber equivocado de edificio ¿Cómo iba a estar yo en un
edificio abandonado? Lo peor fue recordad que ese era el nombre de la chica que
había conocido la noche anterior.
- Tenéis que hacer algo para sacarme de aquí. [Dije
desesperado].
Se escuchó una pequeña discusión entre Luis Y Juan al otro
lado del teléfono, hasta que volvió a hablarme.
- Pedro, voy a entrar a por ti. No cuelgues, tenemos que
estar comunicados en todo momento.
- Gracias Juan.
Me fui directo hacia la puerta de entrada y me asomé por la
mirilla. Al poco tiempo, observé como Juan hacia aparición en la escalera y se
paraba frente a la puerta.
- Aquí Juan. [Dije golpeando la puerta].
- De acuerdo, Pedro, aléjate de la puerta.
Comencé a escuchar una seria de golpes en la puerta hasta
que, por fin, esta cedió, dejando entrar un fogonazo de luz.
En ese momento, sobresaltado, me desperté en mi cuarto, a la
vez que Juan. ¿Todo era un mal sueño? Lo miré intrigado.
- He tenido una pesadilla horrible. He soñado que me ligaba
a una chica y que a la mañana siguiente…
- Se había suicidado… [Continuó él].
Tras arreglarnos, nos juntamos con Luis y fuimos directos al
edificio con el que había soñado. Necesitaba saber que había ocurrido.
Cuando llegué, vi que el edificio estaba cerrado y en muy
mal estado. Tal y como Juan me había dicho en el “sueño”.
Observamos el hueco por el que se había metido para sacarme
y decidimos entrar a investigar.
Subimos hasta el tercer piso, el cual tenía la puerta
arrancada. ¿Todo había sido real o era solo casualidad?
La respuesta la obtuve al entrar y encontrar, en la mesa
principal, la hoja que le había escrito con mi numero de teléfono. Se
encontraba cubierta de polvo y, tras girarla, descubrí que habían escrito.
Pedro,
muchas gracias por una noche tan especial. Una pena que no te hubiese conocido
antes. Nunca te olvidaré.
14/02/1950 Claudia H. Hidalgo
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