Febrero 2011
Todos
nos hemos parado alguna vez a pensar en
qué es la vida, cuál es su significado y en todos los caminos que podemos
tomar, no obstante, lo que más nos ha preocupado siempre es qué hay al final.
¿Hay
vida tras la muerte? ¿Qué puede haber tras el sueño eterno? Tal vez esta
historia pueda aclarar esas preguntas.
Es el momento de coger una vela y, con el siniestro contoneo
de su llama, dejarte guiar por esta historia aterradora.
Recuerdo
aquella trágica tarde gris. 15 de febrero 2011. Me había llamado mi amigo Julio Martínez.
Tras
la muerte de sus padres, estuvo un tiempo sin querer ver a nadie. Lo extraño
fue que durante unos días, volvió a su vida normal y, de pronto, desapareció
del mapa durante la primera mitad del mes.
-
Pedro, perdona por haber estado ausente. ¿Quieres venir a mi casa? [Dijo Julio
al otro lado del teléfono].
-
No te preocupes, es muy normal. Por supuesto que iré. Me arreglo y voy ¿Estás
mejor?
-
Ahora si… [Dijo suspirando].
En
ese momento, la llamada se cortó y tan solo quedó silencio.
Me
vestí mientras pensaba en el tono con el que me había dicho que ahora se
encontraba bien. Se le oía cansado, sin energía.
Rápidamente,
me marché hasta su casa y, al llegar, me abrió la puerta, invitándome a entrar.
-
Hola Julio ¿Cómo estás?
-
Bien… [Dijo mientras avanzaba por el pasillo].
Entró
a su cuarto y lo seguí. Cuando entré, estaba cogiendo algo de ropa.
-
Voy a darme una ducha. Aquí tienes un libro que me regaló mi abuelo. Deberías
leerlo, te gustará.
Julio
entró al baño y yo cogí el libro. Tenía pinta de ser muy antiguo, ya que se
encontraba en un pésimo estado.
En
su desgastada portada aparecía el titulo “La otra realidad” y más abajo
aparecía el nombre de la autora “A. G. Mason”.
Cuando
me disponía a leerlo, observé que, en la mesilla que había junto a la cama, se
encontraba el diario de Julio.
No
está bien irrumpir en la intimidad de otra persona, pero, como uno de sus
mejores amigos, estaba preocupado por el.
Lo
cogí y rápidamente abrí en busca de los días que había estado desaparecido.
1 de febrero
de 2011
Hoy ha sido un día bastante normal. He asistido a
clase por la mañana y por la tarde, he ido a visitar a mi abuelo a la
residencia.
Lo único curioso ha sido el regalo que me ha hecho. Se
treta de un libro de aspecto antiguo y desgastado.
Se titula “La otra realidad” obra de “A. G. Mason”.
2 de febrero
de 2011
El libro es increíble. Ayer me tiré toda la noche
leyéndolo y no podía parar.
Me está atrapando de una forma indescriptible y me
está convenciendo de que hay otras realidades. No hay que limitarse a lo que
vemos.
4 de febrero
de 2011
Ayer pasé todo el día en la biblioteca investigando
los argumentos del libro y cada vez
interesa más.
Poco a poco me está convenciendo y, tras la muerte de
mis padres, es lo único que da un soplo de esperanza.
La
siguiente hoja, tenía fecha del mismo día que había decidido llamarme.
15 de febrero
de 2011
No esperar más, todo está decidido. Voy a llamar a
Pedro para que lea el libro y, así, él también
despierte.
-
¿Para que despierte? ¿A qué se refiere con eso?
Cuando
me decidí dejar la agenda en su sitio, de ella Salió un papel.
La
curiosidad me pudo y decidí leerlo.
Querido lector, todo lo que usted está viviendo, no es
más que una mera ilusión. Un simple sueño que solo acabará con la muerte.
Por raro que parezca, usted debe morir, para despertar
y poder vivir de verdad.
Lo que llaman espíritus, son amigos y familiares que
despertado y quieren que tu también lo hagas.
En ese momento me temí lo
peor y me fui directo al baño, pero ya era demasiado tarde.
Al entrar, encontré el cuerpo
sin vida de julio en la bañera.
El agua teñida de rojo lo
cubría hasta el cuello y su rostro, con los ojos cerrados y una entraña
expresión de tranquilidad.
En ese momento, escuché el
sonido de inicio de un ordenador, que provenía de su cuarto.
Cuando entré, me percaté de que se había
encendido solo y se estaba cargando una pagina de word en blanco.
De pronto, se comenzó a
escuchar el chasquido de las teclas y un texto hizo aparición en la pantalla.
Pedro, Soy Julio. No te preocupes por mí. Ya he
despertado y esto junto a mis padres. Ahora te toca despertar a ti.
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